martes, 31 de marzo de 2020

Día 12: el azar.

Hoy llueve, como una lluvia suavecita que cayera de las manos... Veremos si lo que pinté en el balcón funciona, y si funciona, hay festejo!

El colibrí juega a que es fiesta también y danza en torno al bebedero.

Hoy, leemos a Sam Sheppard:

La buena suerte
consiste en caer
del lado izquierdo
del Azar

La buena suerte
consiste en caer
más allá de mi cabeza

La buena suerte
consiste en estrellarse
contra los árboles

Todo el mundo se queja.




lunes, 30 de marzo de 2020

Día 11: el silencio.

La odisea de tratar de descansar mientras la cabeza hace lista con las cosas que debería hacer.

Pensamientos  (uno recurrente, porque lo rescaté viendo el primer día de la carentena el documental Biografía de una mirada, sobre Henri Cartier Bresson):

Dijo la actriz Isabelle Huppert,
"El (Henri) no fotografía el silencio sino una palabra que acaba de terminar. Fotografía el silencio que le sigue a la palabra".








































Y la noche vino, igual que siempre, entre los aplausos de las 21 hs para los servidores de la salud, el olor de la comida que en unos minutos subirá hasta mi estudio y la luna que sigue jugando a las escondidas con el fresno.

El marido cocina, los hijos se estampan en sus cosas, como estampillas en un sobre.

Suenan alarmas, me duelen un poco los pies. Hoy salí hasta el banco, y lo que antes era un fastidio hoy casi es una invitación a jugar.

La calle hoy parecía domingo en invierno.
La gente apurada, yendo como sigilosamente a sus destinos.
Todos parecemos espías.
Me sentí, por un momento (tal como lo habláramos con Manuela, mi amiga en España), como presa en un film de Hitchcock.
Ya no sé qué es real y qué es virtual.

Salgo al patio, nada parece estar fuera de lo normal.
Y sin embargo, se percibe en el aire una fragilidad que podria quebrarse con el caer de una gota de agua.

Todo sigue suspendido.
El silencio pregunta.


domingo, 29 de marzo de 2020

Día 10: bandejas.

Hoy todo parece estar suspendido.
La lluvia. La no lluvia.
El calor. El no calor.
La cámara fotográfica.
Las computadora.

Hoy, sólo el silencio es abarcativo y contundente.
El barrio es bien de domingo, al fín.
Nos deberían alimentar los pájaros.

Mientras espero que la página de la AFIP, al fin, se abra, hago unas pocas fotos.

En el aire, todo este día, he pensado:
En estas horas en que desde las redes se nos inunda el existir con variados posts y streaming de un sinfín de actividades artísticas online "para distraernos" (yo no me quiero "distraer", vea ud.) empiezo a dudar si es positivo para el arte en sí.

No es el arte, acaso, la búsqueda de la aguja en el pajar del universo? No es sino lo delicado, lo sutil, lo que quiere ser encontrado pero no buscado?
No es el arte la excepción y no la regla?
En el vómito de la oferta, no me sale otra cosa que replegarme y dar un paso atrás.

En un mundo donde todo se nos sirve así, la bandeja siempre se vuelca.







sábado, 28 de marzo de 2020

Día 9: Todos los días son domingo.

Hoy fue la mañana más corta desde que empezó este encierro.
Por fín pude dormir hasta pasadas las 10.
Pero no me despertó el sonido de los pájaros en el fresno si no el ir y el venir de autos por la calle, como si estuviéramos viviendo en dos mundos paralelos.
Yo, encerrada en cuarentena.
Ellos, ajenos a esta realidad, intocables.

La rutina ahora es llamar a la madre, a la tía, a los amigos que están colgados al otro lado de la línea.
Saber que estamos todos bien, que no necesitamos nada, mandarnos un mimo en forma de foto, de saludo, de respiro.

La vida se ha vuelto intensa en las cosas mínimas.




viernes, 27 de marzo de 2020

La vida en modo cine

De repente, desde hace 8 días,  la vida se ha puesto en modo cine.
Una gran pantalla como de otra vida nos invade a todos por sorpresa.

La gran pregunta:
Estamos preparados para excluírnos en casa durante tanto tiempo?

La otra gran pregunta:
Podrá la vida defenderse desde un jardín?



























Todos estos días, me dejé vivir como si fuera con el último aliento.
Amé con dolor.
Miré con ardor.
Toqué con hondura.
Mañana terminaré de pasar pintar el balcón, me digo, con marcado entusiasmo.
Mañana miraré otro capítulo de Doc Martin, me digo, con inocente alegría en sintonía con el inocente programa.
Mañana haré una foto y otra y otra más.
Mañana será el día 8 y aún estamos aquí.
Mi jardín huele a primavera, aunque el otoño empiece a pincelar el cuadro de ocres, amarillos, desaturados rojos como mi pelo sin teñir.