sábado, 28 de marzo de 2020

Día 9: Todos los días son domingo.

Hoy fue la mañana más corta desde que empezó este encierro.
Por fín pude dormir hasta pasadas las 10.
Pero no me despertó el sonido de los pájaros en el fresno si no el ir y el venir de autos por la calle, como si estuviéramos viviendo en dos mundos paralelos.
Yo, encerrada en cuarentena.
Ellos, ajenos a esta realidad, intocables.

La rutina ahora es llamar a la madre, a la tía, a los amigos que están colgados al otro lado de la línea.
Saber que estamos todos bien, que no necesitamos nada, mandarnos un mimo en forma de foto, de saludo, de respiro.

La vida se ha vuelto intensa en las cosas mínimas.