lunes, 26 de abril de 2021

Día 406 al 411: Querido diario

Cómo seguir viviendo haciendo que se vive.

Anoche me dormi pensando en que tendría que hacer cartas de despedida, 
lista de herencias baratas, instrucciones de datos bancarios, afip, mails...
Instrucciones para cuidar las plantas, para darle de beber al colibrí, 
para que alguien cierre mis cuentas en las redes o haga un museo de boludeces.
Instrucciones para mi funeral, para la foto del obituario, para la ultima ropa
o última bolsa.

Una lista con las últimas palabras, o pensamientos, o sueños.
Por si me voy, por si no vuelvo.

Hoy es una chance muy cercana.
La más cercana que tuve alguna vez.

Anoche me dormí pensando en los amigos a los que no volví a ver.
A los que nos faltó un encuentro. 
Los que se ausentaron o me ausentaron del celular, 
del buendía cotidiano, de la foto compartida,
de un amor que era rojo y sano y reverdecía con el sol.
Ah, no, pero eso no lo mató la pandemia.
Eso murió un poco antes, se secó, se suicidó en una alcantarilla.

Se acumularon muertos, cifras, camas,
soldados de una guerra invisible, la grieta entre los que viven y los que no.

Debería ordenar el escritorio, los libros, las fotos, los archivos.

Vivir el día como si fuera el último día.
Escribir para nadie lo que escribiria, sin pudor, en la última tarde
del último día, la respiración deteniéndose en el punto.

Escribir:
Es la última tarde del último día y la respiración se detiene en este punto.