Después de 14 días de estar encerrados para cuidarnos de la pandemia y, sobre todo, no hacer colapsar el servicio de salud, se anuncian (por segunda vez) pago a jubilados y beneficiarios de planes sociales.
Consecuencia que todos vimos venir menos quienes tenían que verlo:
colas y colas de abuelos amontonados, horas y horas como mandándolos al exterminio.
Al diablo con la cuarentena, al diablo con la planificación.
Error de esos inaceptables, error padre de todos los errores.
Todo por los aires y una pandemia que crece pero, además, nos está volviendo locos.
Y no de alegría, esa palabra que se va oscureciendo en los diccionarios.
Pero ayer
ah, ayer...