Me encontraba limpiando el baño, más precisamente la ducha, tratando de sacar
los cabellos que las mujeres de esta casa vamos pegando, sin querer, sobre los azulejos
al bañarnos, cuando en una milésima de segundo antes de sacarlos con el paño,
veo algo insólito.
los cabellos que las mujeres de esta casa vamos pegando, sin querer, sobre los azulejos
al bañarnos, cuando en una milésima de segundo antes de sacarlos con el paño,
veo algo insólito.
Duró lo que dura un pestañeo, pues el trapo, inmediatamente abocado a la costumbre,
no hizo nada por dejar evidencia.
En la pared blanca, escrito con cabello, leí la palabra PUTO.
( Recién también, en un capricho del sol, la bella Lucrezia Panchiatichi que ilustra mi
Condesa Sangrienta, me mira así, certificándome)