La noche destiñe palabras
las suelta
como pensamientos líquidos
sin forma.
Caen desde los árboles
se deslizan por los vidrios
que espeja el televisor.
Reptan por las piernas
dicen nuestros nombres
pero no somos los mismos.
Apenas el borde
de un pan crudo,
un cielo de celofán
una huella de barro
en la alfombra nueva.
Un viernes
intercambiable como vos
como yo.
Pienso en Emily Dickinson
y también, como ella,
prefiero ser amada.