viernes, 9 de octubre de 2020

Día 214, casi 215: la noche

La noche destiñe palabras
las suelta
como pensamientos líquidos
sin forma.

Caen desde los árboles
se deslizan por los vidrios
que espeja el televisor.

Reptan por las piernas
dicen nuestros nombres
pero no somos los mismos.

Apenas el borde 
de un pan crudo,
un cielo de celofán
una huella de barro
en la alfombra nueva.

Un viernes
intercambiable como vos
como yo.

Pienso en Emily Dickinson
y también, como ella, 
prefiero ser amada.







Día 206 al 214: la lista

214 días mirando a la muerte para cuidar la vida.

214 días sobreviviendo, reptando, arañando las paredes, las puertas, las sábanas.

Viviendo para adentro, con una sed de vida que, creo, sólo tuvimos al nacer.

Pero miramos la muerte.

O mejor, ella nos mira de frente.

Y así se fueron muchos.

Así se fue Mariela, mi jefe Eduardo, tantos otros conocidos, familia, músicos, artistas.

Así se fue el estudio y el jardín Botánico y el río.

Los amigos que ahora sólo son un avatar, los chats que devuelven todo 

menos el abrazo.

Una larga lista, como un remito en la oficina central.

Así la vida hecha cine, hecha trizas, pelusas de una gran trama.

Todo cambia.
Todo, espero, recambie.

Hasta la gata ha cambiado su nombre, ahora se llama Graciela Borges.