Nunca creí ver tan pronto el futuro.
Todas las pesadillas hoy tienen nombre y casi fecha.
Nunca me sentí tan pesimista y nunca odié tanto en mi vida.
Jamás cruzaré la calle con los cordones atados.
Prefiero atarme con ellos el pelo y escupir desde la otra vereda.
No quiero ser eso que reflejan mis ojos.
No puedo ser eso en el final de este camino.
No quiero acostumbrarme a doler todo el tiempo.
No quiero ser una vieja quejosa pero tampoco una loló.
Si la casa se prende fuego, prefiero morir con mis libros,
mis fotos, mis pájaros. Prefiero mirar de frente.
Les dejo a ellos el salvajismo idiota.
Nunca me llevé bien con el sistema
Y jamás pero jamás vi florecer nada
dentro de una bota militar o el sombrero de una señora "de bien".
Es todo tan patético, tan claramente absurdo
No hay dudas.
En este triste reparto escrito
de ellos serán las balas finales.
De nuestros cuerpos, la sangre ofrecida.
Un país lleno de zombies comerán las sobras en el plato del perro.
Y el perro, atragantándose en mi boca, con todo este miedo.

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